Salud y resilencia

Las personas pueden cultivar la salud psicológica y emocional desde la opción de su trabajo espiritual.

Una persona puede ser feliz desde la condición de su psicología personal y sus estrategias de resiliencia.

Aplicar destrezas blandas, como empatía, inteligencia emocional varonil y femenina puede hacer un excelente tejido de conductas.

Esto favorece la condición saludable de la psiquis, dentro de la vida familiar, laboral y societal.

La coherencia de actitudes y destrezas blandas es señal de madurez, capacidad de admiración y práctica de psicología resiliente, en las relaciones interpersonales.

Un proceso de equipo y trabajo colaborativo requiere personas con nivel de ajuste empático, diálogo flexible y autoestima para determinadas funciones interpersonales. Ser capaz de funcionar de modo saludable y maduro es atrayente, muy gratificante y constructivo.

Esto conduce a ser aceptado, amado y admirado. Este nivel de actitudes blandas favorece el intercambio y las virtudes humanas de colaboración y motivación a largo plazo.

Ello es fundamental cuando se trata de aprender y evolucionar desde las relaciones interpersonales.

Para ser saludable, maduro y amable es necesario tener autonomía, tanto para comportarse, hablar y sentir.

Este dominio de conductas favorece poder educar, enseñar y aprender unos de otros las conductas y habilidades blandas, que son básicas para el diálogo intrapersonal.

Amar y querer su persona

Las personas pueden querer muchas cosas y objetivos particulares. Sin embargo, amar su persona u otra entidad de su ambiente, supone distinguir que no sea una simple condición material.

Amar es una función del alma que es completamente abstracta. Sin embargo, se puede sentir con la actitud, la sensibilidad intuitiva y con el lenguaje tonal, gestual y corporal.

Saber amar implica admirar al otro ser con las actitudes propias de saber sentirlo y percibirlo tal cuál es. Esto muchas veces implica abstraer lo concreto de su persona. Querer en cambio sólo conlleva a poseer, desear y tener una cosa, u objeto.

Saber amar es una expresión que se da a un otro ser semejante, cuya persona puede llegar a ser conocida, admirada y atrayente. Esto porque se conduce de forma interpersonal dada y usa una determinada tonalidad, un apropiado lenguaje no verbal, junto a gestos, palabras y actitudes que representan ademanes amatorios.

Esta capacidad impulsa a estar dispuestos a ser significativos de un modo estable y optimista. El querer es muchísimo más inmediatista y cortoplacista. Se pueden querer un objeto de una vitrina, una situación externa, o un determinado nivel de definición y presentación de los objetos.

Sin embargo, amar la propia persona y la vida de un individuo es una expresión muchísimo más profunda, estable y satisfactoria. Representa un sentimiento, una acción continua y un pensar que hace absolutamente consecuente y más coherente a las personas entre si.

Cuando se siente y constata que se ama y se es amado muchas veces la persona puede ser feliz, aún sin estar satisfecha del todo lo material. El estar satisfech@ y ser capaz de rasgos estables le permitirán sentirse más persona.

Esta condición contribuye a generar la propia personalidad y la psicología natural de sentirse una persona satisfecha, amada y autónoma, que es consistente, desde su comprensión, su comportamiento y su sentir, porque se conduce de un modo más coherente.

En general, esas destrezas son muchísimas. Pero se pueden enumerar en un medio verbal sin poder aplicarlas al no existir un lenguaje gestual y tonal adecuado o coherente.